lunes, 6 de septiembre de 2010

La rebeldía juvenil

Es una época de cambios en la cual, una sana rebeldía es necesaria para la madurez. La rebeldía, es otra de los rasgos característicos de esta edad. Los jóvenes pueden rebelarse abiertamente, oponiéndose a lo que se les dice, contestando mal, desobedeciendo, o pueden ejercer una resistencia pasiva, dejando de estudiar, tumbándose en el sofá, no duchándose, encerrándose en la habitación o ensimismarse en su mundo interior. Cuando los jóvenes no se rebelan abiertamente, hacia los demás, pueden rebelarse hacia ellos mismos, haciendo dieta, bebiendo, cometiendo imprudencias… Ninguna de estas manifestaciones es preocupante por sí misma y, habitualmente se equilibran. El problema viene cuando una de estas conductas se descontrola y absorbe la vida del joven, por ejemplo negándose a salir con amigos, o procurando pasar en casa el menor tiempo posible.


La rebeldía, les lleva a querer considerarse fuera del mundo de los adultos, necesitan construir una realidad paralela, y para ello emplean métodos de lo más diverso, desde vestir de una manera especial, hasta oír música todo el tiempo.La verdad es que un discurso repetido una y otra vez acaban por asimilarlo, muchas veces en privado reconocen estar de acuerdo con sus padres, pero no quieren reconocerlo en público, de modo que nuestros sermones no caen del todo en saco roto, lo único que ocurren es que necesitan cuestionarlo todo y es bueno que así sea.

Lo natural a estas edades es discutir cualquier clase de norma paterna e intentar siempre probar a saltársela, sea cual sea. Es tarea de los padres definir claramente cuales van a ser las trasgresiones permitidas y cuales no. Hemos de ser conscientes que un adolescente siempre dirá que es pronto sea cual sea la hora de entrada a casa, y llegará tarde más de una vez. Si las normas son excesivamente permisivas, saltárselas es demasiado fácil y el joven se desmotiva, si son excesivamente rígidas, el adolescente siente que choca inútilmente contra una pared y se siente frustrado. Las normas son necesarias, pero no se debe ser ni demasiado rígido ni demasiado flexible en su ejecución. La clave está en saber negociar.